Badajoz es hoy la ciudad más grande de Extremadura. De raíces musulmanas, Badajoz revela una historia multifacética que se remonta a la época prehistórica, con evidencia de asentamientos desde el calcolítico. Aunque no se encuentran vestigios urbanos significativos durante el dominio romano, la presencia visigoda se sugiere por la cantidad de hallazgos, como pilastras y capiteles.

Con la llegada de los musulmanes, la ciudad se convierte en capital de un reino independiente en dos ocasiones, primero bajo el reinado del Valí Ibn Marwan en el 868, quien erige las primeras murallas, y luego durante la era de los reinos de taifas tras la caída del califato cordobés en el siglo XI.

La conquista por Alfonso IX de León en 1230 marca el inicio de una nueva etapa para Badajoz, donde la vida se desarrolla principalmente dentro del recinto de la Alcazaba, aunque con el tiempo, la ciudad se expande más allá de sus murallas.

Badajoz se distingue por su muralla. Empezada en el siglo IX por Ibn Marwan al-Chilliqui, refleja la influencia musulmana en la región. Modificaciones posteriores, principalmente durante el periodo almohade en el siglo XII bajo el califa Abu Yaqub Yusuf, mantuvieron su eficacia y simplicidad. Esta fortificación, una de las más grandes de su tipo en el mundo y se adaptó inteligentemente al terreno, volviéndose prácticamente inexpugnable gracias a su compleja orografía y al curso de los ríos Rivillas y Guadiana.

A medida que la ciudad crecía, se agregaron más tramos para defender a la población de los ataques exteriores. Sin embargo, con el avance de las tácticas militares, especialmente la artillería, estas murallas demostraron ser insuficientes en el siglo XVII. Para hacer frente a esta nueva realidad, se planificó y construyó la Muralla Abaluartada, una estructura más avanzada con elementos defensivos como baluartes, lunetas y fosos. Esta muralla cubría todos los ángulos de ataque, convirtiendo a Badajoz en un bastión casi inexpugnable. A lo largo de los siglos, la muralla fue objeto de renovaciones y mejoras para adaptarse a las nuevas amenazas. Hoy en día, gran parte de la muralla se conserva integrada en el tejido urbano. Visitarla es sumergirse en la historia de la ciudad.